Un gran objetivo: brindar, brindarse, intercambiar humana y musicalmente. Pasar tres días enteramente felices. Si eso funciona, todo es un éxito. El coreuta obtiene de cada encuentro la energía vital para seguir haciendo música, el por qué, un incentivo.
Martín y Diego cumplieron su deseo, uno de tantos otros, uno en común. Por suerte invirtieron sus energías en un sueño que pudieran compartir como organizadores, amigos, y coreutas: todo en uno. Quizá sea un poco ese el efecto del encuentro: multiplicar sensaciones, unificar los seres.
Ningún efecto más claro, dentro de la multiplicidad, que el de unificación, con otros coros y con el propio. El mundo coral fusiona mundos diversos, y Coros en el Bosque es un conector entre ellos, que en realidad son parte vital del todo, cuya sangre es la música.
Lorena Rojas
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