7mo Encuentro Coros en el Bosque - Pinamar 2008

Segundo Concierto - Comentarios por Lorena Rojas, crítica de arte
Sabado 15 de noviembre de 2008

CORAL CHOIQUE
Directora: Estela Cerone
La elección estética de Estela Cerone se acerca a la idea de coro como totalidad, de esa manera los matices se manejan generalmente en bloque, no entre cuerdas. Su porte llama la atención, la música parece invadirla ya que marca los impulsos con todo su cuerpo. La energía se dispersa, circula en el espacio liberada por la apertura de su gesto. Esta cualidad podría restringir la dinámica, sin embargo, dado el trabajo de ensayo, no impidió que la interpretación de Los ejes de mi carreta tuviera una gran variedad de matices.
Las voces que constituyen la materia prima son límpidas, claras. Los coreutas buscan conectar entre sí y con la directora, si bien algunos sostienen las carpetas, apenas si la miran, ya que prefieren ante todo, la conexión.
El repertorio del Coral Choique es en su totalidad popular y, excepto Yesterday (The Beatles), argentino. Los arreglos son complejos, el grupo conoce las obras, pero el repertorio es exigente a nivel interpretativo y por momentos la búsqueda de un estilo particular les lleva a relegar las cuestiones más bien materiales como la afinación, los ritmos y la articulación. Más allá de lo propiamente técnico en la música, muchas veces la concentración en un aspecto relega otros. Fue de esta índole el problema de afinación que suscitó en Los pájaros perdidos y Mi abuela bailó la zamba.
El público se mantiene expectante durante las obras, escucha en silencio absoluto apreciando cada sonido. Hasta el momento que suena el acorde final y sin permitirle desaparecer en la resonancia de la iglesia estallan, ligados a sus últimos vestigios, en una horda de aplausos.



GRUPO VOCAL CANTARTE

Director: Edgardo Fabián Matoso

El grupo dirigido por Edgardo Matoso, comienza su espectáculo con un huayno compuesto por Chacho Echenique, Doña Ubenza. Para completar la sonoridad popular recurre a instrumentos autóctonos de percusión como son la caja y las pezuñas. Duerme negrito, canción de cuna de Atahualpa Yupanqui, tuvo, gracias a la conexión constante entre coreutas y director, los matices delicados, las voces redondas y empastadas que exige desde su composición.

Grupo Vocal Cantarte ofrece un concierto de música popular de distintos países y momentos históricos, muestra de esto son los Spiritual junto a This boy de The Beatles y la excelente versión de Capullito de Alelí. Sin embargo, más de la mitad del concierto está constituido por obras de folclore argentino. Aquí es posible que debido a la transposición al medio coral pueda perderse el fraseo propio de cada especie folclórica. Pero ellos superaron esa dificultad, y con la musicalidad como objetivo, consiguen imitarlo.

Podría decirse que en el vals San Juan por mi sangre, hubo un problema de afinación con respecto a la guitarra y que el sonido estuvo un poco engolado por momentos en las líneas melódicas. Pero éstas son cuestiones que a medida que avanzaba el tema se modificaron. El grupo logró escucharse y volver a obtener el sonido que los caracterizó al comienzo.

Similar fue lo sucedido en La Sachapera, se observa que la música se desarma un poco hasta que los coreutas logran acomodarse. El factor emotivo los lleva a relegar el ritmo y la afinación. Pero al notarlo, tanto director como cantantes, pueden corregir los problemas, ofreciendo un concierto lleno de goce desde los artistas y que fascina al público.

En general se observó un trabajo minucioso de ensayo en la calidad de matices, dinámica y fraseo para cada interpretación. Además, en vivo, el director conduce la energía sonora, su mano mueve el instrumento coral y extrae de él la música.




CORO MUNICIPAL DE RIVADAVIA

Director: Ricardo Mansilla

Los integrantes del coro mendocino conectan con su director. Tanto éste, como su asistente, se valen de la técnica de dirección para conducir el coro. Se concentran en la marcación del pulso y las articulaciones para lograr la interpretación deseada.

En el gato cuyano, El buen remedio, las jerarquías entre melodía y acompañamiento están claras y hay una gran variedad de matices y fraseo musical. Esta obra es ejemplo de concentración, musicalidad y conexión entre director y coro, como unidad.

María Emilia Puebla, asistente y preparadora vocal del grupo, dirige La viña nueva. Entonces, Mansilla se encarga de la guitarra. El comienzo es energético y se mantiene durante la obra. Pero la presencia del instrumento armónico puede significar un problema, ya que se hace evidente las variaciones en la afinación. Más allá de ésto, interpretativamente, la cueca moviliza tanto a cantantes como al público El fraseo transportó las connotaciones de la especie.

El vínculo conductista de estímulo-reflejo funciona: Desde la pasividad en la escucha a la actividad de los aplausos. El público en actitud contemplativa, disfruta de la música, pero cuando la obra culmina, reacciona, y sobre todo responde extasiado a las interpretaciones del cancionero folclórico. Esto refuerza la teoría de que el repertorio es crucial, el público no responderá de la misma manera frente a una chacarera que a un madrigal de Monteverdi.

Acompañados por el bombo, con su toque especialmente tradicional, y la guitarra. Las voces del Coro Municipal de Rivadavia, dejaron la escena con los aplausos eufóricos del público.




CORO VOX POPULI

Director: Gustavo F. Varillas

Desde la técnica de dirección Gustavo Varillas conduce el grupo como un todo. Los coreutas cantan de memoria, lo cual les permite seguir cada gesto, y se percibe así la ilusión de “el coro como instrumento del director”. Incluso cuando Varillas se hace cargo de la guitarra, la conexión perdura a través de la mirada y los gestos del rostro. Es aquí donde puede observarse el trabajo de ensayo.

Este vínculo director-coro, sin embargo, pareció extraviarse un poco entrado el concierto, producto quizá del cansancio que puede haber llevado al abandono de la concentración que los caracterizó al comienzo. Esto pudo observarse sobre todo en temas como Serenata para la tierra de uno y Alfonsina y el mar, en los que hubo problemas de afinación y rítmicos. El director al notarlo, modifica su gesto, comienza a dar muchas indicaciones a la vez en su afán por encaminar la música. Pero esta actitud provoca una desarticulación no sólo visual, sino también interpretativa, ya que lo propiamente musical queda relegado al objetivo de obtener “lo correcto”.

En Los Mareados algunos acordes funcionan en bloque de matiz y armonía, esto genera un efecto sonoro imponente. Tanto la variación dinámica de matices, que recorren conducidos plásticamente los pianissimos y fortísimos, como el efecto de dirección que sorprendió al principio volvieron a hacerse presentes.

Las canciones del repertorio popular, y dentro del cancionero, todas aquellas que provoquen movimiento físico, le calzan mejor interpretativamente, más allá de posibles calaturas o problemas de tipo técnico, que pasan a ser de segunda importancia frente a las exigencias del género, como los giros vocales propios que sí estuvieron. Ejemplo de esto es lo acontecido en el arreglo de Roberto Goldar sobre Chacarera Santiagueña, una muy buena interpretación que fue respaldada por la presencia del bombo.

Para despedirse el grupo crece hasta un fortissimo en Corazonando, un tema de “Cuchi” Leguizamon, en arreglo de Hugo de la Vega. Así se abre paso a El Silbador, del mismo compositor, una obra fuera de programa para la cual se valieron de una pareja de bailarines como complemento de su repertorio popular.


Lorena Rojas


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